Cada vez se hace más hincapié en que se introduzca la inteligencia emocional en la escuela.
La inteligencia emocional no puede ser una asignatura. La inteligencia emocional ha de ser un ejemplo para los alumnos. Quienes mejor la pueden transmitir son l@s educador@s. Para ello deben practicarla. No solo en el aula, sino en su vida diaria.
Aprender inteligencia emocional no sólo es beneficioso para el trabajo diario del educador. Este aprendizaje es extensivo a toda su vida y totalmente beneficioso.