No es fácil madrugar si no tienes obligaciones, pero vivir dependiendo de lo que nos apetece, es esclavitud.
No es cómodo salir una tarde a dar un paseo si el tiempo está desapacible, pero cuando vuelves a casa, te alegras de haber tomado esa decisión.
Cuesta apagar la tele y ponerse a leer, pero sabes que es mejor para tu mente.
Da pereza salir de casa para hacer deporte, pero sabes que descansarás mucho mejor si lo haces.
Yo trabajo desde casa la mayor parte del tiempo y soy bastante disciplinada con respecto a los horarios. No me considero muy organizada, de hecho en el plano físico soy preocupantemente desordenada, pero he ido desarrollando una disciplina bastante sólida en cuanto a la distribución del tiempo se refiere.
Hace poco en una agradable charla, recordaba mi primer año en la universidad. El primer cuatrimestre las clases eran por la tarde y me costaba mucho levantarme a una hora decente para poder aprovechar la mañana e ir haciendo los trabajos. De hecho, los tres primeros años de magisterio fui una estudiante muy poco ejemplar.
De eso han pasado unos cuantos años y veo que con el tiempo y una fuerte motivación, he podido desarrollar la capacidad de organizarme el tiempo y la voluntad para trabajar sin una exigencia externa.
¿Cuál ha sido mi motivación? Hacer lo que quiero, donde quiero, cuando quiero y como quiero. Desarrollar Bienpensar, vivir en Ansó, tener mis propios horarios y sentirme libre.
Muchas veces, la palabra disciplina parece reñida con la palabra libertad. Pero nada más lejos de la realidad. Gracias a ser disciplinad@s, podemos ser libres de escoger lo que queremos. La voluntad hay que educarla y fortalecerla para poder ser libres.
Una manera de hacerlo es reparando en el uso del lenguaje. A veces decimos: “tengo que lavar los platos” y sentimos obligación y poca apetencia. ¿Y si cambiamos tengo por quiero? Probablemente no quieres lavar los platos pero sí los quieres tener limpios, ¿no? ¡Entonces quieres lavarlos!
Para conseguir objetivos hay que plantearse retos y poner todo de nuestra parte. Esfuerzo, voluntad, motivación… ¡Y premios! En forma de reconocimiento, de buen trato, de gratificaciones cuando llevamos a cabo una tarea costosa…
Ser feliz es cuestión de voluntad, de recordar todos los días todo lo que sí tenemos, todos los problemas que no tenemos, agradecerlo, nuestra salud, la de quienes nos rodean, desterrar los miedos… La comodidad, lo siento mucho, es incompatible con la felicidad. El piloto automático no nos va a avisar de que nos estamos saliendo de la ruta que nos habíamos marcado.
¡Así que a vivir conscientes, con los ojos muy abiertos y sin pereza por la vida! ¡Que tenemos más capacidad y fuerzas de lo que creemos! Si es que… ¡TODO ES PONERSE!