Las prisas son nuestras, no de l@s niñ@s.

El otro día observaba a mi sobrina, que casi tiene 6 años. Íbamos con cierta prisa, era sábado y todo era ocio, pero teníamos que salir de casa ya. Yo había decidido peinarla, pero antes su madre le había dado la orden de que recogiera alguna cosa de su cuarto. Así que yo la esperaba en la puerta del baño.

La prisa es nuestra, no de l@s niñ@s.

La prisa es nuestra, no de l@s niñ@s.

Ella, iba haciendo a su ritmo lo que le habían dicho, pero se entretenía subiéndose los calcetines, observando algunos de los juguetes que estaba recogiendo… En fin, que disfrutaba de llevar a cabo esa tarea, a su manera, a su ritmo.

Cualquier cosa puede fascinarles y necesitar observarla durante un buen rato.

Cualquier cosa puede fascinarles y necesitar observarla durante un buen rato.

En otras ocasiones, yo misma le hubiera metido prisa, pero me pareció tan enternecedora la situación… Imagino que sentí el placer de hacer las cosas despacio, que me hubiera gustado que respetaran mi ritmo, que me permitieran ocuparme de mí misma poniéndome los calcetines a la misma altura… Porque a veces, de mayor, lo hago. Me quedo un rato parada, observando algo, como hipnotizada, me recreo quieta en algo que miro o pienso… Y ese rato es oro.

Eso me pasa cuando estoy en el río.

Eso me pasa cuando estoy en el río.

Las prisas destruyen el momento presente, la espontaneidad, la naturalidad.

Precisamente, ese mismo día, había salido a relucir en la sesión de escuela de padres y madres, el tema de las prisas. Nuestro estilo de vida es incompatible con dar una educación emocional. Al menos, nos lo pone muy difícil.

El estrés, el consumismo, la importancia de lo material, la poca introspección a la que estamos acostumbrados… Los valores de nuestra sociedad van a ponérnoslo muy difícil. Es harto complicado tratar de hacer las cosas bien cuando tenemos que nadar a contracorriente.

Reflexiona sobre esto cada vez que vayas a sentirte mal por creer que podrías haberlo hecho mejor.

Y por eso la educación emocional es “taaaaan difícil”. Pero da tanto gusto permitirte momentos en los que apartas todos esos obstáculos y dejas que lo natural sea lo protagonista… Últimamente, mis alumn@s, me cuentan cómo van poniendo en práctica trucos de los que les hablo y cómo van funcionando… ¡Me pongo tan contenta…!

Claro que no dejé que mi sobrina se entretuviera todo lo que le diera la gana, le fui recordando que estaba esperándola para peinarla porque nos queríamos ir y enseguida lo hicimos. Pero para mí lo fácil hubiera sido pegarle el grito con sus correspondientes juicios tal como: “Pero, ¿vienes o no? Mira que como no vengas ya, ¡no nos va a dar tiempo!  ¡Déjate esos calcetines que lo que tienes que hacer ahora es recoger! Que por cierto, ya podrías haberlo hecho antes… Si es que… vaya pachorra que tienes chica… No me quiero imaginar lo que deben ser las mañanas en esta casa…”. Por ejemplo.

¿Qué efectos tiene esta actuación? Estrés, culpabilidad, confusión por los mensajes contradictorios (entonces, ¿recojo o no?), lo importante es hacer las cosas rápido, mi criterio no es válido, sólo debo hacer lo que me dicen, etc.

Ya sé que cambiar el estilo de vida no es fácil, pero hay muchas cosas que se pueden hacer con respecto a las prisas y el estrés, principalmente tomarse las cosas con más calma y crear prioridades.

Estoy contenta de haber hecho este pequeño cambio que entraña un mayor respeto al ritmo de l@s niñ@s, porque de alguna manera surgió gracias a sentir empatía con mi sobrina y de alguna manera conecté con la niña que fui y cómo me hubiera gustado que me trataran a mí.

La comodidad puede matar

No es fácil madrugar si no tienes obligaciones, pero vivir dependiendo de lo que nos apetece, es esclavitud.

Hazte apetecibles los esfuerzos.

Hazte apetecibles los esfuerzos.

No es cómodo salir una tarde a dar un paseo si el tiempo está desapacible, pero cuando vuelves a casa, te alegras de haber tomado esa decisión.

Tremendos premios por salir de casa.

Tremendos premios por salir de casa.

Cuesta apagar la tele y ponerse a leer, pero sabes que es mejor para tu mente.

Da pereza salir de casa para hacer deporte, pero sabes que descansarás mucho mejor si lo haces.

Hacer deporte genera endorfinas.

Hacer deporte genera endorfinas.

Yo trabajo desde casa la mayor parte del tiempo y soy bastante disciplinada con respecto a los horarios. No me considero muy organizada, de hecho en el plano físico soy preocupantemente desordenada, pero he ido desarrollando una disciplina bastante sólida en cuanto a la distribución del tiempo se refiere.

Hace poco en una agradable charla, recordaba mi primer año en la universidad. El primer cuatrimestre las clases eran por la tarde y me costaba mucho levantarme a una hora decente para poder aprovechar la mañana e ir haciendo los trabajos. De hecho, los tres primeros años de magisterio fui una estudiante muy poco ejemplar.

De eso han pasado unos cuantos años y veo que con el tiempo y una fuerte motivación, he podido desarrollar la capacidad de organizarme el tiempo y la voluntad para trabajar sin una exigencia externa.

¿Cuál ha sido mi motivación? Hacer lo que quiero, donde quiero, cuando quiero y como quiero. Desarrollar Bienpensar, vivir en Ansó, tener mis propios horarios y sentirme libre.

Muchas veces, la palabra disciplina parece reñida con la palabra libertad. Pero nada más lejos de la realidad. Gracias a ser disciplinad@s, podemos ser libres de escoger lo que queremos. La voluntad hay que educarla y fortalecerla para poder ser libres.

Una manera de hacerlo es reparando en el uso del lenguaje. A veces decimos: “tengo que lavar los platos” y sentimos obligación y poca apetencia. ¿Y si cambiamos tengo por quiero? Probablemente no quieres lavar los platos pero sí los quieres tener limpios, ¿no? ¡Entonces quieres lavarlos!

Para conseguir objetivos hay que plantearse retos y poner todo de nuestra parte. Esfuerzo, voluntad, motivación… ¡Y premios! En forma de reconocimiento, de buen trato, de gratificaciones cuando llevamos a cabo una tarea costosa…

Ser feliz es cuestión de voluntad, de recordar todos los días todo lo que sí tenemos, todos los problemas que no tenemos, agradecerlo, nuestra salud, la de quienes nos rodean, desterrar los miedos… La comodidad, lo siento mucho, es incompatible con la felicidad. El piloto automático no nos va a avisar de que nos estamos saliendo de la ruta que nos habíamos marcado.

No lo olvides.

No lo olvides.

¡Así que a vivir conscientes, con los ojos muy abiertos y sin pereza por la vida! ¡Que tenemos más capacidad y fuerzas de lo que creemos! Si es que… ¡TODO ES PONERSE!