Pasan muchas cosas sobre las que escribir en relación con las emociones. Una de ellas es el anuncio de la lotería de Navidad.
La publicidad está inherentemente asociada a la psicología con el objetivo de manipularnos y que acabemos comprando un producto.
Antes de continuar, quería simplemente definir qué es la manipulación: es el acto a través del cual alguien quiere que hagamos algo pero sin que quede manifiesto que eso es lo que quiere.

¿Es posible cortar los hilos?
¿Qué diferencia hay entre pedirnos que hagamos algo claramente y manipularnos? Que cuando alguien nos lo dice claramente, sabemos cuál es su intención. Cuando alguien nos manipula, pensamos que la decisión de hacer “eso” es nuestra.
Así que si la publicidad simplemente nos dijera “Compra mi producto” no habría manipulación. Desde que usan colores, música, efectos y demás estratagemas, hay manipulación.

Si nos lo dijeran así, ¿lo haríamos?
Pero la manipulación puede tener diferentes grados, y el nivel de la emocional es uno de los que mayor efecto tienen en nosotros, los humanos.
Manipulamos a los niños, manipulamos a nuestras parejas, manipulamos a nuestros amigos, manipulamos a nuestros familiares, intentamos manipular a nuestros jefes… Y toda esa manipulación viene de vuelta. La culpa tiene mucho poder.

La manipulación está muy presente en la comunicación.
¿Cuándo pierde la manipulación su poder? Cuando la desenmascaramos. Así que eso voy a hacer con el anuncio de la lotería. Verlo en clave de humor, ayuda. Aquí, una parodia.
Nos encantan las historias felices, de amor, de unión, de trabajo en quipo, de solidaridad, de una buena causa… Nos emocionan.
Ayer precisamente lo comentaba con mi padre. Qué lejos se tiene que ir a buscar malas noticias los del telediario en lugar de buscar las buenas que suceden más cerca. Y añadí: el único día que da gusto verlo es el 22 de diciembre. Te aseguras de que vas a ver gente feliz.
Pero es gente feliz de verdad. Aunque sea en ese momento. Aunque la felicidad no la dé el dinero. Están felices.
Lo del anuncio… es mentira. ¿Por qué engañar a una mujer? ¿Porque es mayor? ¿Por qué tenerle esa “compasión”? ¿No iba a ser capaz de soportar la verdad? ¿Hay que presuponerle que no va a tener herramientas para asumir su equivocación?
Parafraseando a Roy Galán, existe la señora mayor sin ilusión, existe el peón de la fábrica y existe el parado fruto d la crisis. Los que no existen son los habitantes de un pueblo entero que secundan la mentira (menos mal), los compañeros que te regalan un décimo o el camarero que te guarda un décimo premiado que nunca pagaste.

Siempre hay gente a la que ayudar en la vida real.
Y no estoy en contra de la lotería, eh. No es que no haya que comprarla. Creo que llega un momento que el producto a vender ya es lo de menos. La lotería se vende sola. Pero pienso que a veces se montan unas películas los publicistas para venderte ilusión, ablandarte y sacarte unas lágrimas, que a veces se les va de las manos.
Ahí está toda la mentira. Estaría bien que existieran buenas intenciones, seamos nosotros los bien intencionados. Está en nuestra mano. No necesitamos una excusa al año. Podemos hacerlo todos los días, por buenas causas. Pero que sean honestas.