El aspecto de las niñas

Cuando en una sesión sobre coeducación hago la pregunta sobre qué diferencias hay a la hora de tratar a niños y a niñas, afortunadamente, cada vez hay más respuestas y menos silencios. El tipo de juguetes que se regalan, cómo reaccionamos ante un llanto de niña o ante un llanto de niño… Pero me sorprende que haya cosas mucho más visibles que no salgan en esas respuestas.

Será que lo tenemos tan absolutamente interiorizado, que ni siquiera nos lo planteamos.

El otro día, en una sesión que tuve con padres y madres, salieron reflexiones súper interesantes y quiero compartirlas con vosotr@s.

Generalmente, se distingue muy bien a un niño de una niña, solo por su aspecto. El pelo (largo o corto, con adornos o sin ellos), las orejas con o sin pendientes, la ropa (su color, su forma, sus adornos, sus posibilidades: deportiva, cómoda, incómoda…).

Bonitas pero… ¿Libres?

¿Por qué se crea un aspecto a los niños y otro a las niñas? ¿Son esos aspectos inocuos o tienen algún tipo de repercusión en el desarrollo personal y emocional de l@s niñ@s?

Igual no siempre hay tanta diferencia en el aspecto de niñas y niños, pero casi siempre está muy marcada y esta imagen no es nada exagerada.

La respuesta a la primera pregunta podría ser simplemente, por costumbre, por inercia, porque siempre ha sido así. También podría ser para que no confundan a las niñas con los niños, o al revés. En ese caso yo me pregunto, ¿sería demasiado problemático que les confundieran? ¿Acaso hay que tratar de forma diferente a los niños que a las niñas? Todo lo que diferencia, muchas veces desiguala, porque casi nunca somos capaces de ver que dos cosas son diferentes sin juzgar cuál es mejor o cual es peor.

En respuesta a la segunda pregunta, me inclino abiertamente hacia la segunda posibilidad. La ropa elástica, ancha, los pantalones, las mallas, las deportivas, los chándals te permiten mucho más margen de movimiento que la ropa rígida, estrecha, que las faldas o los vestidos o los zapatos. Se puede correr mejor, se puede subir mejor al tobogán, hacer volteretas, saltar, se tiene que tener menos cuidado en general.

Si pretendemos que la igualdad se extienda, ¿no deberíamos ser l@s primer@s que tratáramos por igual a los niños y a las niñas? ¿No es su aspecto algo clave que facilita o limita su vida diaria? Y eso no significa que no se les pueda poner falda o vestido a las niñas NI A LOS NIÑOS, significa que seamos conscientes de que la ropa tiene unas implicaciones en el desarrollo de la actividad diaria de las personas.

¿Por que los niños no levan lazos? ¿Por qué las niñas sí?

Además, se transmite un mensaje con el aspecto que escogemos para niños y niñas. Si invertimos más tiempo en el aspecto de las niñas desenredándoles el pelo, peinándolas, colocándoles lazos, estamos transmitiendo que lo correcto es eso. Que hay que dedicarle tiempo y energía al aspecto. Más que al de los niños. Si la ropa de las niñas tiene muchos más ornamentos, brillos, puntillas, detalles, estamos transmitiéndoles que es normal estar bonita y que es un objetivo en el caso de las niñas. La ropa de los niños suele ser más simple y práctica, al igual que su pelo. Ellos no tienen que estar tan guapos o elegantes como las niñas. No se les crea esa obligación velada. Si quieren, pueden hacerlo, pero no les viene de fábrica. Realmente, a las niñas tampoco, pero les creamos esa creencia vistiéndolas como lo hacemos.

Y ni que decir tiene que hacer crecer a las niñas antes de tiempo con elementos como el maquillaje, los tacones, los sujetadores… Favorecen la hipersexualización de la infancia y aún tiene efectos más negativos.

Aquí, un ejemplo.

Otra cosa es que sean ellas quienes escogen ir así vestidas. Ahí no me meto (tanto). Solo quiero que pienses que si eres mujer y te depilas, puede que lo hagas porque ves tus piernas más bonitas. Pero igual las ves más bonitas porque siempre has visto en la tele, en las revistas, en el cine y en la publicidad que lo bonito es eso. Muchos de los gustos se aprenden (sobre todo los estéticos) y no aceptar nuestro cuerpo como es nos lo han metido en vena. Tanto, que llegamos a creer que nos depilamos porque queremos. Y puede que a tu hija le esté pasando lo mismo.

Quizá te parezca exagerado lo que digo. No lo juzgues, solo reflexiónalo durante unos días. No te cierres, son pequeñas cosas las que aparentemente son inocuas, las que construyen las grandes murallas.

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