Antídoto contra la desilusión

Llevo unos días viendo, leyendo, escuchando muchas opiniones, muchas críticas, la gente está enfadada, decepcionada, desilusionada, frustrada… No sé si esto acabará en resignación o en aceptación o en ver la parte buena de las cosas… Pero si sé que depende de cada uno de nosotr@s.

sigue leyendo

A mí sí me afecta lo que los demás piensen de mí.

Últimamente he pasado a mis alumnos evaluaciones sobre los cursos que ya he terminado. Cada vez que abro una, ¡tiemblo! Y ahora, mucho menos que antes. Voy haciendo callo con respecto a las críticas que voy recibiendo, que siempre me han sentado como un jarro de agua fría, incluso las constructivas, pero me sigue afectando bastante lo que me pueda encontrar en ellas.

Siempre va a haber opiniones de todo tipo.

Siempre va a haber opiniones de todo tipo.

Creo que todos somos bastante susceptibles de que nos afecte lo que piensen de nosotr@s. Al menos yo lo soy. La gente que no me conoce mucho suele sorprenderse cuando digo esto ya que no ven que me comporte como tal. Es decir, soy desinhibida, hablo con cierta seguridad y hago un poco lo que me da la gana. Pero que yo me comporte así no significa que dentro de mí no haya una batalla constante contra una parte de mi personalidad a la que le preocupa el “qué dirán”.

Aunque me importe lo que piensen los demás, es más importante ser yo.

Aunque me importe lo que piensen los demás, es más importante ser yo.

También me he dado cuenta de que hay cierto egocentrismo en pensar que los demás siempre están opinando sobre nosotr@s y me tranquiliza mucho la idea de que no soy tan importante para el resto de mundo como para que constantemente estén hablando de mí.

Aquí un buen ejemplo.

Aquí un buen ejemplo.

Soy consciente de que me influye lo que los demás puedan pensar de mí, pero no dejo de hacer cosas por ello. Me encantaría que a todo el mundo le pareciera que hago un buen trabajo, disfrutaría agradando a los demás y sería estupendo saber que lo que hago está bien a ojos de todo el mundo.

O no.

Voy aprendiendo que eso no es posible, que no podemos gustarle a todo el mundo. Hay estudios que dicen que no gustamos a la tercera parte de la gente que nos conoce. ¿Te imaginas cuanta gente es ésa? Buf, un montón.

Pero además me doy cuenta de que si gustáramos a todo el mundo, o gustara nuestro trabajo o nuestros chistes o nuestro pelo, todo esto sería muy aburrido, ¿no? De hecho, gracias a algunas críticas que he recibido, he mejorado. Gracias a ello avanzamos, evolucionamos, nos cuestionamos cosas… y eso siempre es bueno.

Cuando el otro día leí una crítica bastante positiva de uno de mis alumnos, empecé a notar cómo se me inflaba el ego y se me separaban los pies del suelo. Al igual que me influye lo negativo y me siento peor por recibir críticas negativas, tiendo a sentirme mejor con los halagos, normal, ¿no?

Un globo tan fácil de pinchar...

Un globo tan fácil de pinchar…

Pues no sé yo… Yo creo que la clave está en darle la importancia justa a cada una de estas informaciones que nos llegan, tengan el contenido que tengan. Y para ello, debemos convencernos de que nosotros no somos nuestros actos, que valemos independientemente de lo que hagamos.

No merecemos castigos de ningún tipo, así que nada de fustigarse por haberse equivocado, ya que estamos en nuestro derecho como humanos que somos. Cuando nos creamos esto, nos agradará recibir una opinión positiva y tendremos en cuenta una negativa para ver qué parte tiene de verdad y tratar de mejorar en ello, pero ni nuestro estado de ánimo ni nuestro autoconcepto dependerán de lo que los demás nos digan, porque sabremos lo que somos y nuestra identidad ni el precio que tenemos por nosotr@s mism@s no variará en función de los mensajes exteriores, sólo se enriquecerá de alguna manera.

Recuerda: lo que te digan es sólo información.

Recuerda: lo que te digan es sólo información.

Y cuando te crees esto es cuando lo que los demás puedan decir de ti te puede importar menos. Ni subirte por las alturas ni degradarte a los infiernos. Simplemente será información.

A ver si me aplico el cuento.

No te pierdas el respeto a ti mismo

Hay muchas cosas que no debemos permitir que nos hagan. Las mismas que no deberíamos hacer a los otros. Por ejemplo, éstas que nos dice Roy Galán. Lo primero es conocer nuestros derechos, creernos que merecemos que se respeten, empezando por nosotros mismos. Eso supone dejar de lado años de… sigue leyendo