Cuando te sientes poco valorad@

Sentirse poco valorad@ es una emoción como otra cualquiera aunque no usemos la palabra que la designa con frecuencia: minusvaloración.


Dicho esto, vamos a ver cómo se puede gestionar esta emoción.

La falta de valoración externa se puede dar en muchos ámbitos: el trabajo, la familia, el círculo de amistades… Y también se puede materializar de muchas maneras: con comentarios, bromas (que a veces son burlas), indirectas, en no delegar responsabilidades en la persona a la que se minusvalora, no preguntarle su opinión, no prestarle demasiada atención, no tener en cuenta sus aportaciones.

Es normal sentirnos así cuando nos tratan de esa manera. Y muchas veces provoca desmotivación. ¿Para qué voy a proponer tal cosa si no me van a tener cuenta? Y así muchas engordamos el problema, ya que cuanto menos nos manifestamos, menos saben lo que queremos decir.

La valoración nos empodera y la falta de ella, nos desanima, nos disuade de intentar cosas.

¿Qué podemos hacer?

Primero, decir cómo nos sentimos puede ser un buen comienzo. Igual estamos dando señales de que no nos importa que nos traten así o que estamos cómod@s sin asumir responsabilidades. Hablar las cosas suele mejorarlas.

Y esto no.

Luego hay que tener en cuenta que existen dos tipos de valoración: la interna y la externa. La interna es la que hacemos de nosotr@s mism@s y la externa la que hacen l@s demás o la interpretación que hacemos de las actitudes y comentarios de quienes nos rodean.

La interna, pues, depende de nosotr@s mism@s. Pero la externa en parte también. Por muy bien que te valoren externamente, si no te valoras tú, tendrá escaso valor todas las bondades que te digan que tienes. Esto es como intentar llenar una vasija con grietas. Por mucho que la llenes, si no arreglas las fisuras, el agua se escurrirá hasta quedarse vacía. ¿Cómo tapar las grietas? Aprendiéndonos a valorarnos a nosotr@s mism@s. ¿Y cómo se hace eso? Pues conociéndonos, observándonos y poniendo en valor nuestras cualidades sabiendo que nuestros defectos no las disminuyen. Queriéndonos de forma incondicional, al margen de nuestros actos.

Tu valía no la definen tus actos.

Lo que pensamos y sentimos hacia nosotr@s mism@s y cómo nos tratamos está bajo nuestro control. Lo que piensen y sientan los demás hacia nosotr@s y cómo nos traten, no. Suele sentar bien recibir un cumplido, pero no puede ser la única información que tengamos sobre nosotr@s mism@s. Al igual que suele sentar mal recibir una crítica, pero tampoco es la verdad absoluta.

Debemos aprender a darle la dimensión adecuada a la información que recibimos de l@s demás sobre nosotr@s mism@s. Esto significa que tenemos que filtrar esos mensajes, ya que los demás nos ven a través de sus ojos, proyectan a veces… Además debemos tener en cuenta que puede haber segundas intenciones en esos mensajes, como la manipulación, entre otras.

Además, debes tener en cuenta que por lo general, cometemos un sesgo de percepción que consiste en tener más en cuenta lo negativo que lo positivo.

Lo ideal es que nos valoremos mínimamente nosotr@s, que llenemos por la mitad al menos nuestro depósito y lo que l@s demás nos valoren, que se de propina, ¡bienvenido sea! Pero que no dependa de l@s demás lo que sintamos hacia nosotr@s mism@s.

Marcar como favorito enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.