La sana relación con un@ mism@

¿Qué tal te llevas contigo? ¿Te caes bien? ¿Mal? ¿Te gustas? ¿O no te aguantas?

Hay relaciones que puedes escoger no tener en esta vida, pero hay una a la que no puedes renunciar: la relación contigo mism@.

Pierdes tú.

Las relaciones tóxicas se caracterizan por las faltas de respeto, por las bromas que no hacen gracia, por los juicios con ligereza o por el uso del sarcasmo, entre otras muchas formas de toxicidad.

Algunas de estas relaciones podemos escoger no tenerlas. Con un amigo, una pareja, una compañera, un familiar. A veces, no podemos escoger porque por las circunstancias no nos queda otra opción que relacionarnos con esa persona. En ese caso, tenemos que aprender a manejarlas: poniendo límites, reduciendo al mínimo el tiempo que tenemos que pasar con ella, practicando asertividad…

Pero con nosotr@s la cosa cambia. Y si ya es difícil ponerle límites a una persona cercana, a ti mism@, ni te cuento. Bueno, la cosa no es tanto que sea difícil, sino que es más bien escurridiza.

Es más fácil detectar cuando alguien te trata mal que cuando tú te lo haces a ti. Porque dentro de tu cabeza están pasando siempre tantas cosas que puede pasar desapercibido el trato que te das. Con esto me refiero a cómo te hablas, cómo te tratas. Qué te dices, cómo te cuentas las cosas que te pasan. En el artículo sobre la autoempatía ya hablé un poco de este tema.

Ponte límites.

Eres la persona con la que vas a estar siempre, con la que vas a estar toda la vida. Te mereces tener una buena relación contigo. Si no te gustas, eso va a ser difícil. Habría que empezar por aceptarte como eres y si encuentras cosas que no te gustan, ver en qué grado se pueden cambiar. Intentar mejorar, pero desde la aceptación. Si sueles hablar de más y te gustaría ser más prudente, puedes intentar cambiarlo, pero el día que metas la pata, trátate con comprensión y no odies esa parte de ti.

Si sabes ser maj@ con los demás, puedes serlo contigo.

Recuerda que tienes muchas cosas buenas que equilibran tus defectos que, si bien hay gente que los detestará, habrá otra a quien no le importe o incluso que le parezcan adorables.

Ponte límites. No todo vale en el trato con un@ mism@. No te insultes, no te ridiculices, no te machaques. Examina lo que te dice tu mente de vez en cuando y pon orden. Como si dos niños se empezaran a pegar y tú los separaras para que no se hicieran daño. Si ves que te estás empezando a sentir mal, pregúntate, ¿qué emisora tengo puesta en mi cabeza? La del machaque no nos ayuda, tal y como os contaba en el artículo de equilibrar autopremio y autocastigo.

Puede que aprendiéramos en nuestra infancia a tratarnos así, porque nos trataban así. Pero es momento de cambiarlo, porque no funciona.

Respétate, trátate bien, escúchate, no te juzgues. Ponte a tu servicio. Pregúntate qué necesitas y proporciónatelo. Responsabilízate de darte lo que necesitas y ponte a ello. Lo que no te des tú, aunque lo intentes suplir con lo que te den los demás, nunca será suficiente porque siempre dependerás de l@s otr@s.

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